Al fin y al cabo, conocerse uno mismo consiste en observar nuestra conducta, nuestras palabras, lo que hacemos en cada relación, eso es todo. Empiecen con eso y verán lo difícil que es observar, sólo observen la manera como uno se comporta, como habla a su sirviente, a su jefe, la actitud que tiene con la gente, con las ideas y las cosas. Tan sólo observen sus pensamientos y sus motivos en el espejo de la relación, y verán que en el momento de observar quieren cambiarlo, dicen: “Eso es bueno y aquello es malo, debo hacer esto o aquello otro”.
Cuando se ven a sí mismos en el espejo de la relación, su actitud inmediata es condenar o justificar lo que ven, por tanto, lo destruyen. Sin embargo, si simplemente observan en el espejo de la relación su actitud con la gente, con las ideas y las cosas, si sólo miran el hecho sin juzgar, sin condenar o aceptar, entonces descubrirán que esa misma percepción tiene su propia acción. Ese es el inicio del conocimiento propio.
Cuando se ven a sí mismos en el espejo de la relación, su actitud inmediata es condenar o justificar lo que ven, por tanto, lo destruyen. Sin embargo, si simplemente observan en el espejo de la relación su actitud con la gente, con las ideas y las cosas, si sólo miran el hecho sin juzgar, sin condenar o aceptar, entonces descubrirán que esa misma percepción tiene su propia acción. Ese es el inicio del conocimiento propio.
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