La cuántica
ya no da más de sí, la energía positiva y negativa no es suficiente para
transformar este mundo, el equilibrio de la polaridad mantiene los
desequilibrios, es agotador: los buenos, los malos, los justos, los éticos, los
corruptos, los jueces, los miserables, los asesinos, los salvadores…. y tantos
otros.
¿Cuál es
nuestra relación con la vida? Llevamos miles de años jugando al juego de la
supervivencia, un juego diseñado y creado para mantenernos en el conflicto.
Podemos cambiar de rol, pasar de pobre a rico, de político a preso, de hipócrita
a sensato, incluso podemos ser muchos a la vez; todo está permitido mientras no
se dude de la máxima del juego: “la vida es supervivencia y a eso hemos venido
a este mundo”, lo que se ha llamado el drama de la vida: la Ley
del más fuerte, el sufrimiento, el sacrificio, el miedo, la culpa, el esfuerzo,
y todo lo demás…
Ahora “el
tiempo” no corre, vuela, todo parece acelerarse, es como si el universo tuviera
prisa por mostrarnos una nueva versión de sí mismo, pero nosotros insistimos en
no ver más allá de la próxima casilla.
Quizás
convenga repasar nuestro sistema de referencias y decidir si “lo bueno sigue
estando fuera”, o quizás haya que ir al interior a encontrar (se) y ver que lo
genuino está dentro, en la unidad de todo y todos, y así manifestar una manera
diferente de vivir.
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