"Las partes de la psique de las personas
Se distancian de la conciencia
Y llevan una vida autónoma propia"
Carl Jung
Desde el momento
en que somos concebidos comenzamos a ser depositarios de las expectativas de
los demás de sus prejuicios, de sus valores y sus creencias. Durante toda la
gestación nuestros padres nos hicieron destinatarios de sus anhelos y sueños,
nos imaginaron y en sus mentes modelaron.
Al nacer
comenzamos a recibir mensajes cada vez más explícitos y nos iniciamos en el conocimiento de cómo se esperaba que fuéramos.
Hasta que nos vamos convirtiendo en quién no somos.
No hemos intentado
llegar a nuestro Ser Natural, sino que apuntamos a la imagen que tenemos
grabada de cómo "debemos"
ser, y "siendo quienes
no somos" nos hemos condenado…
Nuestra auto-imagen
tiene un porqué y un para qué:
el primero se relaciona con los mensajes que recibimos desde que nacemos.
Tengamos en cuenta que vivimos en una sociedad estereotipada y rígida que
establece claras normas relativas a cómo debemos pensar, lo cual nos hace
"actuar" en consecuencia y nos vamos creando una
"personalidad" que es la que nos hace aceptables o indeseables. El
para qué tiene que ver con nuestra necesidad de pertenencia.
Lo que puede
pasarnos al convertirnos en una persona mecánica
Una persona
saludable expresa tres factores básicos:
Primero debe expresar la verdadera
individualidad y unicidad del sujeto, no las formas imaginadas o construidas.
Segundo, nuestra unicidad debe adaptarse
a una forma moderada de convencionalidad consciente, es decir debemos seguir
las demandas de la sociedad sin perder nuestra individualidad.
Tercero, la dignidad humana es en largo
y ancho el producto de una expresión espontánea natural de quien
intrínsecamente somos.
El problema radica
en que con el tiempo de representar un determinado papel perdemos la facultad de distinguir entre quiénes somos y quiénes
representamos ser.
El rol que
representamos en un momento no fue fijado por nosotros sino por la aprobación
ajena; de adultos sí es
nuestra elección y seguimos buscando tener el mismo resultado: la
aceptación por parte de la sociedad; aunque esto muchas veces nos produzca el
"rechazo" hacia nosotros mismos pues somos conscientes de que "algo nos falta" y es
la sinceridad que nos debemos pues muchas veces nos vemos obligados a aceptar
situaciones con las cuales no estamos de acuerdo pero no nos animamos a decir
"NO" por miedo al rechazo y a ser juzgados por quienes nos rodean; o
que nos califiquen de "locos", "extraños" u otros
apelativos a los que nos hacemos acreedores cuando no pensamos –y en
consecuencia actuamos- diferente que los demás.
Cada rol tiene sus
responsabilidades y su rigidez la cual trae aparejada una gran resistencia al
cambio y al crecimiento interior.
Nuestro concepto
del mundo es tan cerrado que no nos permite ver la realidad de quiénes somos y
como es el mundo que nos rodea.
Cada pensamiento -
la mayoría se repiten una y otra vez y que ni siquiera tienen que ver con el
momento presente sino que son o recuerdos del pasado (muchas veces
distorsionados) o preocupaciones por nuestro futuro. Todo pensamiento
consciente que se repite se convierte en una creencia.
Dado que cumplimos con nuestros roles basados en nuestras creencias el estudio
de nuestro pensamiento nos ayuda a darnos cuenta de que muchas veces "nuestras creencias" no son tan siquiera eso: nuestras,
sino que son una recopilación de viejos paradigmas de la sociedad que hemos ido asimilando
del mundo que nos rodea sin detenernos a pensar si son erróneos o
no.
Podemos comenzar a
cumplir con nuestros roles desde nuestra propia individualidad y bajo nuestras
verdaderas creencias aunque el coste social muchas veces sea grande en el
sentido de que debamos dejar de pertenecer
Cuando comenzamos
a tomar conciencia de quienes y como somos realmente y nos aceptamos tal cual
nuestro entorno comienza a cambiar, nos damos cuenta entonces que la aceptación
de los demás hacia nosotros tiene su origen en nuestra propia aceptación y que el único rol que debemos cumplir es el de realizar nuestro propio
Ser y así podremos lograr una convivencia con los demás y con
nosotros mismos basados en el respeto y la comprensión mutua.
Cuando en la
antigüedad el hombre comenzó a pensar y a cuestionarse quién es y porqué está
aquí formó conceptos en su mente que a lo largo del tiempo definirían su
personalidad y creó un entorno basado en roles a desempeñar.
Muchos de nuestros
roles pueden ser desempeñados sin afectar nuestro verdadero Ser Interior
y que si bien todavía nos falta mucho por recorrer en el camino de la evolución
hemos logrado aceptar a las demás personas tal cual son.
Extracto
artículo
María
Gema Atel Delbono
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